No hay un lleno total en el coliseo, los aplausos y gritos de algarabía resuenan de tanto en tanto. Los zapatos no son los más adecuados, pero es lo que menos importa. Las ruedas están puestas a punto, con un toque de aceite para que el desplazamiento sea mejor. El entrenador no tiene la necesidad de dar charlas técnicas de superación. El equipo está completo; el ánimo de los seis aguerridos luchadores está al tope. Sólo faltan cinco minutos para que el encuentro de inicio y aunque solo es una partido amistoso, pero para Koky Moscol Matias, este no será un partido más.
Once de la mañana, el lugar elegido para el encuentro es el coliseo de Chiclayito. El encuentro se pacta en tres tiempos de veinte minutos cada uno. La mayoría de los jugadores no cuenta con el entrenamiento físico ni el equipo adecuado para este partido. Solo basta una silla de ruedas bien afinada y una plataforma bien pulida para que los aguerridos deportistas den rienda suelta a sus capacidades.
Moscol Matias, jugador estrella del equipo, lleva la camiseta número 20, desde el inicio despliega al máximo sus capacidades. Bastaron solo dos minutos para que éste recorriera toda la plataforma balón en mano y convertir la primera canasta del partido. Si bien es cierto Koky Moscol ante la vista de todos no es alguien normal, pues sufrió de Poliomielitis, se las ha ingeniado para suplir esa “deficiencia” física.
Koki no solo es un buen jugador de básquet, sino que además es farmacéutico de una botica en el Asentamiento Humano Campo Polo. De lunes a viernes es un extrovertido farmacéutico que no pierde tiempo en lanzar un certero piropo a la clienta de turno.
Transcurren los minutos y el sol quema cada vez más. Los silbidos de las llantas al frenar son cada vez más constantes. El cansancio y el sudor no mellan para nada el ánimo de Koky y el de sus compañeros. Pierden por 9 canastas a 6, pero ellos confían en revertir el resultado conforme pasa el tiempo. Minuto veinte y el árbitro culmina el primer tiempo del encuentro.
La charla técnica no se hace esperar, algunas indicación de movimientos dentro de la cancha se hacen necesarias para poder revertir el marcador. Los muchachos tienen la moral al tope y confían en ganar el partido. Koky no logra explicarse el porqué están perdiendo el partido. Las arengas no se hacen esperar de parte del público que esa mañana asistió al coliseo.
Pitazo y da comienzo al segundo tiempo. El balón lo tiene el jugador con el 20 en la espalda, sorprendiendo a propios y extraños lanza un pase que recorre todo el campo contrario dejando en manos de un compañero la batuta de la anotación mientras el rival quedaba atónito ante magistral y sorpresivo pase.
De sorprendente se puede considerar la actuación de Moscol en la reanudación del encuentro. Tres pases para anotación y tres canastas conseguidas en el segundo parcial. Es verdad que la defensa rival apretó mucho la marca sobre la “silla” de koKy.
Pasaban los minutos y el equipo contrario no lograba tener más de dos minutos el balón en sus manos. El ambiente se calentaba cada vez más. Los asientos de las butacas rodantes de los jugadores empiezan a molestar a los basquetbolistas. En una genial recuperada de balón Moscol arranca desde su campo para arremeter en el campo rival y conseguir la canasta número 17 que los ponía por encima de los contrarios.
Definitivo y último tiempo.
Luego de cuarenta disputados minutos suena el pitazo final del segundo parcial. El marcador queda 16 a 12. El resultado obtenido en el segundo tiempo daba pie a la no muy lejana vitoria del equipo de Koky Moscol.
Suena el pitazo y da comienzo a tercer y último tiempo. La igualdad del equipo contrario llego en los primeros diez minutos. Era la tercera vez que ambos equipos se enfrentaban, ya antes habían disputado la final de un campeonato para personas con capacidades especiales. Este partido era distinto, no solo se jugaba por el honor de los jugadores sino que además estaba en juego un almuerzo y varias gaseosas bien heladas de por medio.
Así, los muchachos consiguieron aguantar llegando a un apretadísimo 19-17 para los encabezados por el número 20; pero el derrumbe y el verdadero golpe de gracia del partido llegó a los 19 minutos cuando el equipo rival se vio sorprendido por los flancos para recibir un pase cruzado desde la derecha del área para ser interceptado por el jugador con el número 20 en la espalda y así conseguir la última y definitiva anotación con la cual se alzaron con la victoria. Suena el pitazo final y los gritos de júbilo empiezan mientras las ruedas empiezan a detenerse.
Y es que los muchachos de Campo Polo derrotaron a su rival con un 20-18 que les hacía salir con la tranquilidad de haber ganado no solo un partido de básquet sino un suculento y contundente almuerzo que al final departirían todos los jugadores sin excepción.
Por Gabriel Granda
1 comentarios:
Oieeeeeee gabriel no te pases esa cronica es mia "Ronald Mego Ramírez"; me podrias explicar el porque aparece tu nombre en ella. Fernando por favor si ves este mensaje corrijelo siiiii
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