Dieciséis equipos siguen en competencia. En el torneo de futbol peruano que lideran Alianza Lima y Universitario, solo hay dos preocupaciones. Por un lado está el quedar entre los primeros, para alzarse con el título nacional y clasificar a competencias internacionales. Y por el otro lado es el temor de ser los coleros de la tabla, lo que significaría el descenso del equipo de la competición máxima del futbol nacional.
En está lucha Sullana sufre, pues su escuadra, a pesar de tener buenos jugadores y de haber competido en la Copa Sudamericana, no logra marcar distancia de la zona de baja. Hoy por hoy pelea el descenso con Sport Ancash, Colegio Nacional de Iquitos –recién ascendido- y Coronel Bolognesi de Tacna.
Alianza Atlético, subió por primera vez al Torneo de Fútbol Profesional en 1988, 68 años después de su fundación, y a lo largo del tiempo ha tenido grandes presentaciones y ha hecho lo posible por arruinarle el festejo a los equipos capitalinos que venían con el afán de ganar al estadio sede “ Campeones del 36” en la norteña ciudad de Sullana. Sus máximos aliados, el terruño y el agobiante calor.
El sábado 7 de Noviembre, Melgar visitaba a Alianza Atlético por la trigésimo novena fecha del torneo. Los arequipeños sufrían el sofocón del eterno calor piurano. Mientras que los dirigidos por el controversial e irascible Teddy Cardama, se mentalizaban. El objetivo, ganar.
A causa de la inhabilitación impuesta por la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional de Perú al estadio “Campeones del 36”, por no contar con la infraestructura adecuada y no cumplir las exigencias como sede para desarrollar las competencias del torneo, el cotejo se trasladó a Piura.
El gramado piurano del Estadio Municipal de La Unión, donde el local –Alianza Atlético- también es visitante, poco a poco, iba llenando sus asientos de gente. Personas fanáticas del deporte e hinchas asiduos a la escuadra sullanense, habían llegado para alentar al equipo, animar a sus jugadores y apoyar al técnico en las acostumbradas disputas que éste sostiene con los árbitros y que en reiteradas ocasiones le han costado la expulsión de la zona técnica.
Con la esperanza de un resultado favorable, que les permita continuar el próximo año defendiendo la escuadra albiceleste en el torneo nacional, los jugadores entran uno a uno al gramado de juego. El calentamiento previo es importante, los músculos se estiran, los órganos se preparan e inclusive se afirma que los zapatos y los pies recogen información del campo, adaptándose a el en el juego. Lo más urgente aquí, como dirían los comentaristas deportivos: “amistarse con el balón”.
Alianza Atlético 4 – Melgar 1
Tras la charla técnica, las fotos del recuerdo y el respectivo sorteo de balón y campo, los protagonistas han tomando sus puestos. Alrededor del campo, se hacen escuchar los primeros canticos de la hinchada, todos esperan el pitazo inicial. Los albos saben qué se juegan, qué se espera y cómo lograr el objetivo. Solo había una opción, ganar.
El arbitro, hombre de ley, mira su cronómetro y a sus asistentes, les hace las señas respectivas, presiona un botón y da el pitazo inicial, empieza el partido y lo demás es historia conocida.
Con un gol de tiro libre de Marcio Valverde (autogol de Javier Pereyra), otro del colombiano Jonathan Rodríguez y dos del delantero morropeño Saulo Aponte, los sullanenses ganaron. El equipo de Cardama sumó tres valiosos puntos que le permiten dejar, de a pocos, la zona de descenso, y darle alegría a sus seguidores.
En tanto, el equipo arequipeño de Melgar, encontró el descuento por obra de Gerardo Gárate, quien aprovecho un balón perdido en el área y logró insertarlo en el pórtico del golero Carlos Laura.
Con este resultado, los sullanense respiran. Aunque aún falta mucho, saben que habrá que seguir así para no descender, pues hasta que no termine la competencia y se juegue la última fecha del torneo, no hay que cantar victoria. Y es que en el fútbol no hay nada dicho y todo puedo ocurrir mientras no suene el pitazo final.
Por Julio Piscoya
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