Walter Pinday, no llega ni al metro sesenta, pero afirma que ser chiquito le da estabilidad y control sobre su cuerpo. No alcanza a llenar su uniforme de profesor, sin embargo, su aspecto debilucho no hace más que disimular su agilidad olímpica y su resistencia, demostrada una y otra vez en las anillas cuando imitaba la postura de la cruda Crucifixión. En la gimnasia, cuando se tienen la fuerza y la velocidad que hacen a un deportista bueno en todo, la talla es lo de menos.
A los 12 años le rogaban para competir en fútbol, atletismo o natación, pero en los arenales de Paita, junto a sus amigos, Walter había descubierto que las acrobacias en el aire eran lo suyo. César Vega se interesó en ellos y en 1988 fundó la primera liga de gimnasia de Paita, que ese año fue la primera campeona nacional de clubes.
El salto a la selección de Perú lo dio apenas terminado el colegio, cuando Geiner Gutiérrez, entrenador del equipo nacional y entrenado en Rusia, lo mandó a Lima. Después de siete meses de dormir en las colchonetas de la Videna y de entrenar hasta la madrugada, conquistó al conjunto blanquirrojo.
Luego, la presión mediática obligó a la Federación de Gimnasia a alimentarlo y darle un lugar no solo para pernoctar, sino para vivir. Además, sus entrenamientos, más duros que examen de admisión de universidad nacional, le valieron el ingreso directo a Educación Física en la Federico Villarreal.
Fue campeón nacional de gimnasia cuatro veces, de 1992 a 1995, en Cuzco, Iquitos, Lima y Trujillo. En los Juegos Bolivarianos de Santa Cruz, Bolivia, en 1994, Perú obtuvo la medalla de oro y en los Sudamericanos de Paraguay y Colombia, la presea de bronce.
Después de tantas volteretas para ser el mejor, aterrizó de vacaciones en Paita. Pero después de otras, más despreocupadas, tuvo que quedarse ahí. Había embarazado a una chica, por lo que comenzó a trabajar como instructor de los oficiales de la Marina. Uno de ellos era el papá de Claudio Pizarro, que en esa época ya hacía goles espectaculares.
También fue entrenador en el colegio Santa Clara de Paita y con sus alumnos fundó el Club de Gimnasia Nadia Komanechi. El equipo hizo honor a su nombre en los festivales del colegio Santa Ana, entonces, la directora celebró un contrato decisivo: el 2001 Walter se convirtió en la nueva cabeza de su respetado gimnasio.
Ese año la convocatoria del festival tuvo alcance nacional. El 2009 traspasó nuestras fronteras, pero la amenaza de la gripe porcina frustró la participación de México, Ecuador y Colombia. Mientras espera las competencias del próximo año, Walter sueña con hacerlas cada vez más intensas, más reñidas y de más nivel.
Por Pierina Pighi
0 comentarios:
Publicar un comentario