Año 2009. Los parques de Piura no son más que evidencia del olvido del gobierno piurano. Las plazas cercanas al centro de la ciudad, como la Plaza de Armas, el parque Miguel Cortez, el de Santa Isabel y algunos más, son los únicos que están en la mirada para los directivos del salón municipal; pues son de los pocos parques que tienen algún tipo de atención.
Caminar por Piura, más allá de su reducido centro histórico, por zonas algo más alejadas como ENACE, Ignacio Merino, Micaela Bastidas, Paredes Maceda, 4 de Octubre, Los Algarrobos, San Martín, San José, y muchos otros lugares, significa caminar por parques relegados y en deterioro.
¿Qué son los parques? Es una pregunta poco común entre nosotros. En realidad las personas no se detienen a pensar ni a filosofar acerca de la estricta definición de la palabra; que según el diccionario de la Real Academia es un “terreno destinado en el interior de una población a prados, jardines y arbolado para recreo y ornato”. Pero ¿reflejan los parques piuranos esta simple definición?
Estos lugares, según el arquitecto urbano Ernesto Mavila, son “el corazón de la ciudad”, donde late el flujo de la gente. Son lugares donde los pequeños pueden divertirse y donde los adultos pueden encontrar tranquilidad y esparcimiento. Siendo así, los parques deberían ser espacios de circulación con áreas verdes que sirvan como sitios de descanso y recreación.
Lo cierto es que los años transcurren y los parques piuranos son, en su mayoría, lugares descuidados y en mal estado. La mirada piurana se ha vuelto indiferente ante los juegos oxidados, las bancas deterioradas y los jardines secos. Esa es la verdad, la dura realidad. Los ciudadanos no cuidamos lo nuestro, y el gobierno no hace nada para contrarrestar la situación.
Las autoridades municipales afirman que impulsan el desarrollo, bienestar y seguridad de los vecinos en su misión colgada en la Internet. Pero los ciudadanos saben que los hechos valen más que las palabras, y que las obras no acaban con una ceremonia de inauguración.
Paradójicamente, mientras el gran listado de parques de la ciudad parece haber sido postergado y borrado de la agenda municipal, en los más altos cargos de la Municipalidad ya se coquetea y corteja con la reelección.
Aunque la desidia de las autoridades ediles sea una gran sombra, la esperanza de una mejor calidad de vida continúa presente. Y por lo pronto, está en manos de los habitantes norteños conservar lo poco que se tiene y trabajar para que los parques dejen de ser un sinónimo de carencia y dejadez.
Por Karla Curo
1 comentarios:
Tu título es muy bueno. Bastante creativo.
No solo escribes preciso y bien, sino que veo una intención de fondo: mostrar la dura realidad en la que los parques se encuentran.
Me gusta más tu entrada que tu final.
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