“Señito lleve choclos a sol. Un sol los choclitos calientitos con su mayonesa y ají”. Es domingo, 8:30 p.m., y Rosa García Peña está sentada en una banquita de la avenida Loreto, con su hija pequeña en brazos y con un balde con aproximadamente veinticinco choclos entre las piernas. Los choclos son grandes, graneados y lucen sabrosos y, como dice Rosa, aunque no obtiene una gran ganancia, gracias a esos pocos soles puede vivir.
“Me deja en la boca un saladito que me agrada”, “Apenas la como percibo rápidamente su sabor”, “Aunque las cremas no son muy espesas, tienen un no sé qué especial que me hacen disfrutarlas mucho”. Estos son los comentarios sobre las hamburguesas de don Ricardo Olaya, señor que de miércoles a lunes atiende en su puesto “sin nombre” ubicado en el Jr. Ica. Sus hamburguesas no solo son especiales y preferidas por su sabor muy agradable, sino también por su peculiaridad de venir en una bolsa plástica simple y de no tener amistad con las servilletas, lo que obliga a muchos a “chuparse los dedos”.
“No se puede pasar por el mercado sin salivar por las pancitas”. “Es imposible ver cómo las fríen y las doran sin antes sacar del bolsillo un sol cincuenta”. La gente piurana no solo acude al mercado para hacer las compras de toda la semana, sino también para dejarse llevar por el aroma de sus preparativos. Hay para todos los gustos: desde salchipapas, hamburguesas, anticuchos y picarones hasta las “pancitas”, cuyo tamaño les hace ser las más deseables.
Todo comienza a las 10 am cuando Milton Manchay, el primo de Leo, prepara la linaza, la alfalfa, la sábila, la uña de gato, etc. A las 6 p.m. Leo Adrianzén se lanza a la calle para tomar posición de la esquina Cusco con Sánchez Cerro. Invita a tomar, con solo cincuenta céntimos, un preparado a sus primeros clientes: el clima de la noche exige un emoliente caliente y el deseo de saborearla más, la respectiva “yapa”. Muchos, entre vaso y vaso dejan las botellas vacías. Pocos son los que no se aventuran a probar este extraño brebaje hecho de distintas hierbas.
Y se podrían enumerar muchos más…
La maravillosa cocina piurana ocupa el primer lugar en la gastronomía norteña y el segundo en el ámbito nacional, según el Diario Crónica Viva. La cocina piurana es famosa por la gran variedad de platos, la singular sazón, y sobre todo, la creatividad de su gente. Creatividad de los piuranos para buscar nuevas maneras de trabajo en este tiempo de crisis, creatividad de hacer aparecer el ingenio entre la necesidad…
La gente piurana aprovecha la diversidad de ingredientes gracias a los cuales, como afirma Gastón Acurio, nuestra comida peruana es considerada entre las mejores del mundo. Y ésta combinación de ingredientes económicos, el modo sencillo de preparación, el cariño de la gente piurana al atender y el esfuerzo por surgir poco a poco, muestran el lado humano de nuestra comida. Ésta es otra cara de la comida piurana: “la comida popular”.
“Mi esposa compra y prepara los ingredientes y yo me encargo de vender las hamburguesas”, cuenta Ricardo Olaya Antón. “Mi primo Milton y yo trabajamos juntos, él hace el preparado de las yerbas y yo salgo por las calles a ofrecerlas”, confiesa carismáticamente Leo Adrianzén Santos. “Mi hijita tiene todavía poco tiempo pero no quisiera que le falte nada, por eso vendo choclos”, revela Rosa García Peña. Así, todos convergen en detalles comunes: su creatividad y “éxito” está en sus necesidades de salir adelante, en sus esfuerzos del día a día.
¿Y la necesaria dosis de salud? Tomar el peruanísimo emoliente se ha convertido en una costumbre peruana. ¿Cuáles son sus encantos? “Para los riñones y dolor de estómago nada como la linaza; el boldo para el hígado; la cola de caballo y la manzanilla para desinflamar; miel, algarrobina, alfalfa, uña de gato, sábila para los problemas respiratorios y otros”. Dos años con las plantas han hecho que Leo Adrianzén encante a sus clientes no solo con sus ojos verdes, sino con la buena preparación de su “jarabe”.
Cuando se trata de satisfacer el paladar, las salchipapas, hamburguesas, alitas, mollejas y pancitas no pueden faltar. Muchos aseguran que es difícil dejar de probarlas, y que al haber caído en la “trampa”, no puede haber primera sin segunda. “Aunque no gane mucho, es difícil que al final del día me quede con algo. Lo bueno es que a mucha gente le provoca en cuanto lo ve, no solo por su cómodo precio sino por el saborcito especial”, cuenta Doña Ayddé Meléndrez de cincuenta años que se dedica a esta actividad.
En esta comida informal no puede faltar la típica “yapa”. Ésta se ha convertido en la mejor amiga de muchos clientes y es que, si no existiera, ésta comida no tendría su gracia.
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Es un hecho: estos puntos de venta van aumentando en la ciudad y cada vez surgen más vendedores que recorren diferentes sectores de Piura. Lo que quedaría por saber es que si cuando Gastón Acurio afirma que los peruanos tenemos los mejores y más diversos productos del mundo, se refiere a esta comida popular, en la que se siente el calor del pueblo tanto piurano como peruano.
Por Priscila Guerra
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