No fue la mejor Bienvenida

Por primera vez en los casi cuatro años que llevo estudiando, sentí que iba a hacer algo productivo por mi facultad. En el marco de los 3 Días de Mass Media (3dmm), me comunicaron que me iba a encargar de dar la bienvenida a las personas que asistieran al evento. Si bien no era un cargo muy importante, estaba muy contento con la designación.

Roger, buen amigo mío y coordinador general del evento, me dijo que el primer día, el jueves, tenía que llegar a las ocho de la mañana vestido de manera “impecable”. Hasta ahora me sigo preguntando por qué me dijo que vaya a esa hora a la Universidad, pues cuando llegué y me dieron la programación completa del evento, me di con la sorpresa que la primera conferencia comenzaba a las diez de la mañana. Definitivamente me dio cólera. “No tiene sentido llegar a las ocho -me decía a mi mismo- más aun con tan pocos días para descansar bien. Pero esa insatisfacción no duró mucho. No me importó llegar dos horas antes. Yo estaba contento con apoyar a mi facultad.

Para ir a clases suelo levantarme media hora antes, y en ese tiempo me arreglo lo más pronto posible y llego temprano a la universidad. Pero esta vez, este jueves en particular, decidí poner mi alarma una hora antes. Había decidido bañarme. No, no es que sea raro que me bañe, pero normalmente no me baño en las mañanas debido a que no tengo terma y se me hace imposible bañarme con agua fría, pero solo por ese día, importante para mí, lo hice.

Llegué a las ocho de la mañana en punto y vestido como me lo pidió Roger, o al menos eso me dijeron algunas de las compañeras que también habían llegado temprano y que encontré en el cafetín. Ellas fueron las que me dieron la programación del evento y me hicieron pasar aquel corto momento de furia. Me dijeron que tenía que recoger mi carnet. Fui a la oficina de la Dra. Yezers’ka y ahí me dieron la credencial. Tal y como me lo había anticipado Roger, esta traía mi primer apellido, mi nombre y mi cargo: “Bienvenida”.

Si bien mi labor no era muy difícil, estaba un poco ansioso, y aún faltaban dos horas para el comienzo del evento. En ese lapso conversé con algunos compañeros, vi llegar al primer expositor del día: el señor Gerardo Figueroa, presidente de consultora Figueroa; y tome desayuno en el cafetín. Patty, coordinadora general junto con Roger, ya me había dicho un día antes que tenía que estar parado en la playa de estacionamiento numero uno, es decir en la entrada de la Universidad, y además tendría que estar ahí aproximadamente media hora antes del evento y media hora después. Luego podría pasar a escuchar las conferencias solo presentando mi credencial.

La hora había llegado. Eran las nueve y media de la mañana y recuerdo que la profesora Yezers’ka dijo afuera del IME, donde nos encontrábamos los que íbamos a colaborar en esta jornada: “Todos a sus puestos”. Rápidamente me dirigí a la entrada de la Universidad.


Cuando llegué me di con la sorpresa que tenía tres compañeros más que habían llegado antes que yo, y que coincidentemente también tenían en su carnet el cargo: “Bienvenida”. Eso me hizo sentir bien, puesto que no iba a estar solo cuando llegaran las personas al evento. Éramos cuatro las personas que iban a preguntar, guiar, y dar el saludo a tanto los alumnos como a los profesionales externos a la Universidad. Lo curioso fue que mientras estuvimos parados por aproximadamente una hora, sólo tres personas requirieron de nuestra ayuda. Las demás o nos dejaban con la palabra en la boca, lo cual era muy vergonzoso, o nos respondían con ligeras sonrisas. La verdad no pensé que iba a ser tan aburrido.

Tal y como me dijo Patty, fui a las diez y media a escuchar la primera conferencia. Ya había cumplido mi hora y decidí entrar al auditorio. Lamentablemente este estaba totalmente lleno, pero la Facultad ya había previsto este tema y había instalado un televisor de cuarenta dos pulgadas en una zona cercana al IME, dónde se podía apreciar la conferencia en vivo y en directo. “Genial”, dije.

Fui el primero en sentarme a ver la conferencia por aquel gigante televisor. Se me unieron, unos instantes después, tres amigos más que habían llegado tarde a la cita. La conferencia se veía con mucha claridad, pero el sonido estaba bajo y no se escuchaba nada de lo que decía Gerardo Figueroa. Decidí subir el volumen al máximo y automáticamente ocurrió eso que llaman “acoplamiento”, y un sonido fortísimo estremeció todo el IME. El profesor More salió rápidamente del IME y mandó a apagar el televisor.

Comenzaba a arrepentirme profundamente de haber aceptado ser parte del comité de Bienvenida. No logré escuchar la conferencia y tuve que soportar el sol piurano toda la tarde, pues tuve que quedarme hasta las cuatro cuando comenzaba la segunda sesión del día.

Este fue mi primer día en los 3 Días de Mass Media. Imagínense los otros dos.
Por Arturo León

2 comentarios:

Priscila Guerra Lamadrid dijo...

Muy buen enfoque. Algo gracioso y bastante original.

Un consejo: para agilizar la lectura, evita construir párrafos muy grandes(de hasta nueve líneas, como el segundo)

En lo demás me parece que,abarcando poco-un día de la actividad, lograste mucho.

Ivette Farfán dijo...

Me pareció una historia muy entretenida. Es una anécdota personal sin embargo captas muy bien la atención del lector.

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