¿Por qué las aulas están vacías?

El 23 de setiembre, cerca de trece mil estudiantes de la Universidad Nacional de Piura (UNP) y más de 300 mil en todo el Perú, confirmaron la mala noticia que hacía días venía preparándose: el inicio de una nueva huelga nacional. Al sentir que el aumento de sus sueldos no ha dejado de ser más que una promesa pendiente e inconclusa desde hace años, los docentes no encuentran una medida menos dañina que suspender las clases indefinidamente. Mientras tanto, la apertura del próximo ciclo, programada para el 12 de octubre, ha quedado en la incertidumbre.

1984 debió ser un año memorable para los maestros universitarios y sus apretados sueldos. El 18 de enero se había promulgado la Ley Universitaria, que en su artículo cincuenta y tres daba una orden clara y contundente: homologar las remuneraciones de los profesores de las universidades públicas con las de los magistrados judiciales.

Pero ese año el mandato no se cumplió, y en el primer gobierno de Alan García, ni se habló de él. Durante esos cinco años, la escasez de alimentos fue más apremiante que la necesidad de hacer huelgas, y los maestros prefirieron no ausentarse de las aulas. “El país estaba más preocupado por la hambruna”, recuerda Luis Guzmán, Secretario de Defensa del Sindicato de Docentes de la UNP (Sidunp) y profesor de esta universidad desde el año setenta.

Bajo los diez años de la dictadura fujimorista no se escuchó de ninguna huelga docente, cuenta enfático el antiguo profesor, mientras regresan a su mente imágenes de la fuerte represión post terrorismo y de universidades intervenidas por la policía nacional.

“Toledo y su gente eran más blandos” y los profesores universitarios sacaron provecho del relativo relajo que trajo consigo el retorno a la democracia. Desde el 2002 aproximadamente, las huelgas se volvieron una maña común y, hasta el 2005, los universitarios perdieron prácticamente un ciclo por año.

El controversial artículo cincuenta y tres, que de un momento a otro se había vuelto vital, se anuló para el presupuesto de ese año, como si alguna vez hubiese sido aplicado, pero fue restituido en setiembre, ante las revueltas y los reclamos –no sólo docentes- que ahogaban al gobierno.

El 2006 debió haber sido otro año significativo para el magisterio peruano. El presidente de turno finalmente inició el proceso de homologación después de 22 largos años de haber sido dispuesto.


Tras los respectivos trámites legales, los maestros cobraron su primera victoria. El gobierno les abonó el 30 por ciento del monto total y ordenó que el 70 por ciento restante se pague en dos partes iguales durante el 2007 y 2008.

Hoy, a punto de acabar el 2009, para Guzmán el recuerdo grato se desvanece porque “sigue sin cumplirse con el proceso de homologación del 2008”.

“En noviembre de 2008 se incluyó el aumento del último 35 por ciento para el Presupuesto 2009, y hasta ahora nada”, agrega el Secretario General del Sidunp, José Fiestas, con voz alterada. El Estado justifica el evidente retraso en la escasez de recursos, pero Fiestas se muestra incrédulo. “En verdad sí hay plata”, reclama.

En la UNP son 550 profesores que desde el 23 de setiembre acatan la medida de fuerza al 100 por ciento. El Consejo Universitario respeta su decisión en silencio. “Depende de los profesores si hay huelga o no, nosotros no podemos hacer nada”, explica Rubén Torres, miembro del órgano directivo.

Hace algunos días, Idel Vexler, Viceministro de Gestión Pedagógica, estuvo en Piura y su postura ante las huelgas docentes fue fuerte y categórica: “El reclamo de los maestros es justo, pero cada vez que hacen huelga, perjudican a los estudiantes y encima siguen cobrando su sueldo. Así cualquiera hace huelga”.

Guzmán admite, con cierta vacilación, que ese es el lado más vergonzoso de las paralizaciones en las que participa. “Hay profesores indiferentes que piensan que están de vacaciones. En época de huelga los profesores deben hacer acto de presencia, aportar ideas al Sindicato o seguir investigando”, agrega para defender la imagen de sus colegas.

“Pero ahora hemos decidido multar a los profesores que no asistan a los encuentros”, anuncia Guzmán satisfecho, como quien ha encontrado una gran solución. “Por mayoría hemos determinado que el que no vaya a las asambleas pagará cinco soles y el que no participe en las marchas, veinte”. Luego ríe resignado porque reconoce que cualquier profesor prefiere pagar las inofensivas sanciones y quedarse tranquilo en su casa.

Pero el asunto no es para reírse tanto. Desde el 2007, no es broma decir que cualquier profesor nombrado de las universidades nacionales podría tranquilamente pagar estas multas más de una vez. Por la homologación -ahora truncada-, el sueldo de los profesores principales aumentó de mil novecientos a cuatro mil doscientos soles, confirma Guzmán.

“El trabajo de la docencia universitaria merece el aumento, pero los profesores deben dedicarse a la universidad nacional y no tomarla como un cachuelo para trabajar en otras universidades”, declara el dirigente en un acto final de conciencia.

Declaraciones del Viceministro Idel Vexler

Por Pierina Pighi

2 comentarios:

Gabriel G dijo...

El tema es bueno y la información trabajada es buena. Pero es algo que ya es común en la UNP y que no llama mucho la atención ya es muy manoseado lo de la huelga. Pero igual nadie quita el mérito que la información sea congruente con la situación constante que atraviesa la UNP. mejor hubiera sido tocar el tema desde como lo toman los alumnos y que tanto les afecta. Durante ese tiempo que hacen los profesores.

Claudia Calderón dijo...

Huelgas y huelgas... hasta cuando!! Pobres alumnos.. sin querer son los más afectados.

Publicar un comentario